domingo, 23 de diciembre de 2012

Cuando pelee quiero parecerme a... mi

Todos hemos soñado con ídolos en nuestra infancia, hemos recurrido en alguna ocasión a ese referente, que por otra parte, se aleja cada vez más en el tiempo a medida que vamos "haciéndonos mayores". El problema radica según mi opinión, cuando no es nuestro espíritu quien crece, sino sólo nuestro cuerpo.

Cada edad tiene su momento de encuentros y des encuentros, resultando incomprensible la mezcla caótica de sentimientos, esto que puede parecer enmarañado, pueden atesttiguarlo de manera tácita con su comportamiento, aquéllos que a pesar de "haber crecido" siguen soñando con figuras y victorias que sólo son válidas en la mente de un niño. ¿Acaso resulta extraño a cualquier aficionado o profesional de la Artes Marciales, esas películas o series de la infancia en las que el protagonista podía saltar muros increíblemente altos y realizar proezas fuera de todo límite humano?.

Se que parece "aguar la fiesta", pero encontrarnos de vez en cuando con quienes prometen enseñanzas semejantes proezas, aunque las disfracen de secretismos desvelados a unos pocos. Esto nos pone en guardia frente a esos FALSOS MAESTROS. El propio Bruce Lee ¿quien puede discutir su autoridad en tales materias? aconsejaba a sus discípulos que su búsqueda en el aprendizaje marcial, fuera la expresión de su propio espíritu, y según él mismo añadía, eso era lo más difícil.




Aunque resulte duro, propongámonos no sólo por nosotros, también por nuestros hijos, nuestros sucesores, o discípulos, pisar con firmeza el asfalto, esa realidad de la que siempre es tentador huir. Las Artes Marciales no nos sirven para vencer a otro enemigo distinto de nosotros mismos.

Recuerdo que en una ocasión, cuando acudía al Gimnasio "Choy Fernandez" para aprender Taekwondo, converse sobre todo esto con otro Maestro a quien recuerdo con cariño y respeto: Manuel Díez, sucesor del Maestro Choy, y le pregunté: ¿alguna vez has dado clase a alguien que tuviera esas fantasías?, me respondió que sí y cuando volví a preguntarle cuál era la evolución de aquéllos alumnos me respondió que, o bien el individuo acababa dejando las A.A.M.M, o cambiaba su actitud.

La experiencia bien trasmitida culmina siempre en un cambio de actitud. Mi parecer final para los Maestros, es que enseñen con y desde la realidad. Para los discípulos, quizá ... que no vean tanto cine.


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